Ayer llegaba a nuestras carteleras “Oz,
un mundo de fantasía”, precuela de la mítica “El mago de Oz”
y que dirigida por Sam Raimi (Trilogía Spiderman) seguirá la estela
de la moda popularizada en los últimos años por la versión de Tim
Burton de “Alicia en el País de las Maravillas” y las distintas
adaptaciones del clásico de Disney “Blancanieves”. Moda tan
cansina como eficaz en taquilla.
Con un reparto plagado de nombres
conocidos como James Franco, Mila Kunis, Michelle Williams y Rachel
Weistz, podríamos esperar como mínimo unas interpretaciones de
nivel, no obstante, posiblemente a causa de lo superficial y plano de
los personajes, así como por el tono infantil que destila la película,
los intérpretes se pasearán con solvencia pero sin llegar a
destacar, cayendo en ocasiones en una, seguramente buscada,
sobreactuación.
Al igual que su antecesora de 1939 y
como no podía ser de otra manera, el inicio de la película tendrá
lugar en blanco y negro, siendo este tan solo uno de los múltiples
guiños a la obra original y que servirá de presentación para el
personaje de James Franco, un mago de feria que no pasa por sus
mejores momentos de profesión.

Tras una escasa sucesión de
acontecimientos de los que no haré mención para evitar dar detalles
concretos sobre la trama, se nos invitará a deleitarnos visualmente
con la nueva y digitalizada recreación del Mundo de Oz. Una paleta
de colores infinita y unos efectos especiales más que notables
servirán para dar lugar a lo más destacable de toda la cinta, un
mundo cuidado al detalle y que desborda imaginación por cada
costado. Todos sus habitantes, criaturas, ciudades, bosques, ríos y
un largo etcétera de elementos estarán perfectamente diseñados e
incluidos en este pintoresco lugar.
No obstante, no todo (o no casi todo)
es color de arco iris, aunque la elaboración del mundo tenga
detalles y personajes secundarios suficientemente originales, lo
cierto es que bebe en enorme medida del universo adaptado por Burton,
y ya no solo en lo relativo a lo visual, sino que también la historia guarda
una serie de paralelismos bastante descarados que lacran a la
película de Raimi desde el primer momento. Ya sea por falta de
inspiración o porque simplemente funcionará igual entre el público,
sentiremos, desde su comienzo hasta el tramo final, estar viendo un
calco de la fallida “Alicia en el País de las Maravillas”.
Con todo esto, “Oz, un mundo de
fantasía” se quedará en un entretenimiento palomitero que
destacará únicamente por su apartado visual y por los constantes
guiños a su antecesora. Un ejemplo perfecto de como “desperdiciar”
talento y presupuesto en una película que, a pesar de su mediocridad,
verá recompensada su inversión en taquilla.
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