A través de una sucesión de pinturas
rupestres, recurso semejante al utilizado en Hércules (Disney, 1997)
mediante vasijas, se nos presentará a los Croods, una familia de
cavernícolas que viven recluidos en su cueva para refugiarse de los
peligros del exterior, situación insoportable para la joven Eep,
quien desea conocer el mundo más allá de las fronteras de su hogar.
Con este pequeño resumen parece que
nos encontraremos ante un refrito de las muchísimas películas que
parten de la base "hija rebelde y padre sobreprotector". Y esto, aunque
no es del todo incierto, no sería una correcta calificación pues,
para mi sorpresa, la trama se centra realmente en el padre y su
pérdida de liderazgo sobre la familia tras la aparición de Guy, un
joven homínido con mayor capacidad intelectual y que será el
catalizador de gran parte de la historia.
Con respecto al conjunto de personajes,
estereotipado hasta la saciedad, destaca la ausencia de un villano
propiamente dicho, pues, aunque son múltiples las criaturas y
peligros a los que se enfrentan, no existe un antagonista claro,
ausencia que, por otra parte, tampoco se echa en falta. El mundo
prehistórico que se plantea es lo suficientemente imaginativo y
variado para soportar el verdadero protagonismo de la cinta.
No obstante, y aunque ni mucho menos
suponga una crítica negativa, se han pasado por el mismísimo forro
de los cojones toda la fauna, flora y demás elementos prehistóricos, ya que aparecerán, entre otros muchos, ballenas terrestres, tortugas
voladoras y hasta elefantes-ratón. Esta peculiar característica
dará sin duda mucho juego a la hora de plantear las distintas
situaciones, y además, gracias a un apartado visual sobresaliente
(espectacular la recreación de las explosiones) supondrá un regalo
para la vista del espectador.
Es por tanto irreprochable el trabajo
técnico de Dreamworks, que merece todos los elogios posibles, sin
embargo, ese acierto no se contagia, tristemente, al desarrollo de la
historia. Tras un planteamiento un tanto forzado, la irregularidad
será nota presente en todo el metraje, alternándose momentos sosos
y demasiado típicos con otros mucho más inspirados y divertidos (el
descubrimiento del fuego y el padre haciéndose el moderno son de las
situaciones más conseguidas) para concluir con un tramo final que se
empeña en introducir bruscamente el ya conocido y sobreexplotado
“bajón” anterior al desenlace.
Podemos decir que como conjunto, y a
pesar de sus múltiples defectos, la película funciona. No logra sin
embargo, aunque lo intente, conectar con un público más adulto,
siendo su excesiva infantilidad un obstáculo para alcanzar ese punto
medio que otras obras como “Shrek” o “Cómo entranar a tu
dragón” han conseguido, y que permitieron el disfrute de toda la
familia, independientemente de la edad. “Los Croods” es un buen
intento, pero está muy lejos de alcanzar el nivel de las
genialidades que nos ha regalado el cine de animación en los últimos
años.
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