viernes, 4 de enero de 2013

"Good bye, Lenin!" (2003)


“Good bye, Lenin!” (Wolfgang Becker, 2003), es una película que tenía pendiente de hace ya unos meses y que, cuando por fin he podido hacerle un hueco, no sólo ha cumplido las expectativas que tenía de ella, sino que las ha superado.

En 1989, cuando Alemania aún se encontraba dividida política e ideológicamente en la parte capitalista y comunista, Christine (Katrin Saß), militante del Partido Socialista y aferrada devotamente a su ideología, caerá en coma durante 8 meses a causa de un infarto, tiempo en el que la situación política cambiará radicalmente con el triunfo del capitalismo y la consecuente caída del muro de Berlín. Será entonces cuando su hijo, Alexander Kener (Daniel Brühl), evitará a toda costa revelar a su madre los cambios acontecidos durante ese plazo de tiempo, ante las advertencias médicas de una posible recaída que podría ser fatídica para Christine.

Tras este original punto de partida, el guión se moverá entre las distintas formas que tiene el protagonista de engañar a su madre, con la colaboración de familiares, amigos y vecinos, para crear una Alemania ficticia donde el capitalismo jamás habría sobrepasado las fronteras del muro. Ello da opción a disfrutar de la imaginación y empeño de Alexander para dotar de realismo a su fachada en distintas escenas de carácter cómico con las que empatizaremos rápidamente con todos los personajes.


No obstante, la cinta no se conforma con ofrecernos tan sólo momentos simpáticos, va mucho más allá. Sin ponerse totalmente de lado de ninguna de las ideologías, el director nos sumerge en una fuerte crítica de ambos sistemas, tanto el capitalismo como el comunismo se verán zarandeados de forma acertada, sin caer en la demagogia y sin perder el sutil toque de humor que estará presente en casi todo momento. De esta manera la película va tomando forma y se convierte en algo más que un agradable pasatiempo, consiguiendo hacer una crítica del muchas veces exhorbitado y problemático fanatismo por un sistema político y, por qué no, de la tristemente fácil manipulación de la sociedad a través de los medios.

Además, no sólo será este aspecto de la sociedad el que sea abarcado, pues el sacrificio que es capaz de hacer el protagonista para conseguir su propósito nos muestra una poderosa relación madre-hijo, que llegará a conmover irremediablemente en su tramo final. De nuevo, sabe la película mantenerse en equilibrio combinando con acierto humor y drama, política y familia, realidad y ficción.


Los aspectos técnicos como la fotografía o la banda sonora, así como las actuaciones, entre los que también destacan Chulpan Khamatova y Burghart Klaußner, consiguen alcanzar el nivel necesario para construir una cinta notable que, siendo efectiva en su historia y cumplidora en el aspecto sentimental, nos ofrecerá una interesante visión de la Alemania anterior y posterior a la Reunificación.


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